Lanzadera #004
Parar para arrancar más fuerte. De tendones, castillos y momentos para pensar.
Cuando arranca un telar empiezan los rollos de hilos a moverse con una cadencia casi diría que musical. La lanzadera va a tope cruzándolos, golpeada por el martillo, yendo de un lado a otro rápidamente.
Esto viene acompañado de la aparición de los primeros centímetros tejidos de la alfombra ya con el color y diseño preparado por el tejedor, empezando a enrollarse alrededor de una especie de tubo largo que sostendrá muchos metros de tejido.
Seguramente haya que parar el telar alguna vez durante los primeros centímetros para revisar, repasar o simplemente ajustar bien la máquina, para que todo siga su curso correctamente.
Parar para arrancar mejor.
Si no me equivoco, corría el año 1997 cuando el tendón de Aquiles de Manuel Mas (no yo, si no mi padre) se hacía añicos en un 80% jugando un partido de fútbol-sala improvisado con sus hijos y amigos.
En ese momento dijo adiós durante varios meses a levantarse a las 6 y pico de la mañana para poner en marcha la producción en la fábrica de la empresa familiar de alfombras pocos minutos después y que estuviera todo el día produciendo a toda máquina. Los telares y sus sonidos, desde el amanecer a la puesta de sol.
Para una persona como él que controlaba el almacén, los telares, los tejedores, la producción y la materia prima, este incidente no solo era un frenazo a su vida personal sino además un disgusto monumental a nivel profesional.
Intentó más de una vez desde la silla de ruedas que le mantenía sentado para no mover la pierna operada y escayolada, ir a la nave y pasear entre los telares controlando para que todo siguiera su curso sin problemas, pero era muy difícil el ir y venir en este estado, poniendo en riesgo además la recuperación completa del tendón.
No hubo más remedio que claudicar temporalmente y asumir que había que parar y recuperarse cuanto antes. Varios meses de reposo y rehabilitación por fin consiguieron que al final mi padre volviera al mismo sitio y con la misma energía.
Eso sí, el parón le había permitido algo que le era imposible en el día a día en la fábrica: poder pensar con tranquilidad. Rediseñó y mejoró procesos e incluso “hackeó“ alguno de sus telares para hacer algo que no se podía antes. Pensar le permitió crear unas alfombras reversibles de un tipo de fibras vegetales que se vendieron como churros a varios clientes de ese momento. No se le había ocurrido antes. No lo había podido visualizar. No había podido conectar puntos. No le daba tiempo.
En este caso, costó un tendón aprender que parar y pensar tiene sus muchas cosas buenas en la vida. Eso sí, no esperemos a tener estos accidentes, sino que implementémoslo en el día a día. Y empieza ya, los beneficios son muchos (me lo enseñó mi padre en su día).
En esta época, la pérdida de tranquilidad y momentos de reflexión están a la orden del día. Las interrupciones en forma de notificaciones, emails o similares dejan nuestra capacidad de concentración por los suelos si no las controlamos. El verano seguro que ha sido un buen momento para que todos nos demos cuenta de ello.
Hagamos lo posible por disponer de tiempo alejado de interrupciones que permitan a la mente conectar puntos. No quiere decir esto que os aisléis completamente en una cueva oscura, ya que la mejores ideas puede venir perfectamente haciendo castillos de arena junto a tu hijo delante del mar.
Cuantos más castillos, más y mejores ideas. Te pregunto ahora a ti, ¿has hecho “castillos” estas semanas?
Un abrazo.
P.D.: Mi hijo y yo hemos hecho muchos castillos. Tendréis noticias de ellos. 2021-2022 va a molar si todo sigue su curso :)
P.D.2: Por cierto, en la Lanzadera #003 os lanzaba el reto de dejar el móvil en casa durante unas horas este verano y que me contarais que tal os habíais sentido. ¿Cómo os fue?