No hay otro ruido que se le parezca y salte de repente de esa manera. Escuchar un compresor clásico de taller es una experiencia “inigualable“ para aquél que le gusta el ambiente tranquilo y sin sobresaltos :)
Se pasa de estar tranquilamente escuchando el dial de la radio con los éxitos musicales a un ruido atronador imposible de definir. Un minuto inacabable, en nuestro caso.
Cuando estamos entre corte y corte de felpudos, o después de acabar alguna alfombra, recortar alguna alfombra de bambú, etc… la mesa principal donde se prepara, se empaqueta y se trabaja la mayoría de piezas siempre acaba llena de fibras de los tejidos.
Entre felpudo de un color y otro, si tienes que cortar varias medidas en un día, cosa habitual, necesitas limpiar esa mesa porque si no acabarían esas fibras que se sueltan en otros productos. No le gusta a nadie comprar un felpudo negro con fibras sueltas de color natural por encima, claro.
O si por ejemplo cortas una alfombra a medida de un rollo, siempre es normal que caigan pelos/fibras del tejido.
La solución es darle a la pistola y despejar la mesa de todo esto. Es la manera más rápida y eficaz de limpiar la zona de trabajo para pasar a la siguiente faena.
Como estoy más de un día y dos metido en faena cortando encima de la mesa y preparando pedidos, apoyando en almacén, el “momento compresor” me lo pido para mí.
Cojo la pistola de aire y le doy rienda suelta al gatillo. Ráfaga para aquí, ráfaga para allá. Ffffffsssshhhhhhhhh… ffffffffffffsssshhhhhh… puedes pensar que eres un pistolero del oeste, un callofduty, Stallone en Vietnam o disparar al ritmo de la música. El tema es crear un tornado casero para dejar la mesa niquelada.
Y una vez limpia, pasamos a la siguiente faena de corte.
En la vida hace falta mucho compresor. Es uno de los ejercicios más liberadores que conozco. De tanto en tanto, sacar la pistola de aire y despejar la era de temas que arrastras sin sentido te aligera las alforjas y te despeja el horizonte.
Puedes aplicarlo a proyectos pendientes que nunca saldrán a la luz, a newsletters a las que estás suscrito y nunca te da tiempo de leer, a aquellos podcast o canales de vídeo que en la vida podrías escuchar porque necesitarías vivir 200 años, personas tóxicas o también, a comeduras de cabeza que malgastan tu energía, que realmente no llegan a ninguna parte o son fáciles de solucionar pero te cuesta afrontar por el qué dirán, por falta de confianza o incluso síndrome del impostor…
Recarga el compresor, coge la pistola y dale sin miedo. Despeja la era. Airea la cabeza. Limpia el horizonte.
Y si encima te diviertes soltándole un pistolazo de aire al que pase por al lado o volándole los papeles, mejor que mejor.
Otras cosas en las que ando metido
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