Siguiendo con el "rollo" de los felpudos de coco, la mayoría de veces no tienen nada que los hagan destacar uno de otros, ya que simplemente están cortados a una medida u otra, según lo que se necesite.
La mayoría de los que vemos a las puertas de las casas son más o menos estándar, para que encajen a la medida de una puerta y los que pasen a casa se puedan limpiar las suelas de los zapatos. Uso hogareño sencillo, vamos.
Algunos de estos llevan algún detalle, marco, logotipo o texto pintado sobre el felpudo. A veces impreso, pero mayormente se pinta sobre las fibras de coco.
El proceso suele ser más o menos complicado según lo que haya que pintar, sobre todo por si tiene más o menos detalles. La mayoría de veces se basa en aplicar la plancha del negativo del diseño y pintar en los huecos que forma. En otras ocasiones se necesita un toque mucho más manual o repaso al detalle, para que el acabado acabe siendo lo más fiel al diseño.
En todas ellas, hay que darle bien a la pintura para que impregne las fibras bien. Si la pintada es superficial corre el riesgo de que su durabilidad sea menor o que el diseño no quede tan definido.
La mano del que pinta tiene toda la responsabilidad aquí, ya que es él quien hará del trabajo algo bien hecho o simplemente un producto de baja calidad a la vista.
Hay mucha diferencia cuando en un trabajo o un proyecto el responsable directo se ocupa de impregnar bien el producto de calidad. Se nota cuando alguien se implica y preocupa de dejar su huella a fondo, llegando a tocar bien la fibra. Se mete adentro y deja marca.
La superficialidad en estos ámbitos acaban haciéndose notar en el producto final. Mediocridad is not allowed here.
Además, si el proyecto es personal no veo más opciones que implicarse e impregnar el proyecto de ti. La otra opción es carne de papelera de reciclaje o cajón de los olvidos.
Coge ya la pintura y que la fibra absorba bien tu pasada de brocha. (O pincel, según lo detallista que seas :) )
Abrazos.